Breviario
Ejercicios de la maestría con las profes Vero Juliano y Tani Mellado
PREFERENCIASRELATOS CORTOSLENGUA
Daniela Cademartori


I.
Soy una marea baja atraída por la Luna y el Sol. Por momentos Discreta como agua estancada, también Iracunda como ola devenida en tsunami. Humana en la hostilidad, soy una argentina en las malvinas. Peco de Fuerte pero el aluvión de Emociones me deja en la costa desvestida.
Soy una marea baja que se mece al Atardecer. Que se balancea entre Dudas y Apuestas, que saca los Escombros y las Redes que ella no arrojó. Y nada en esa extensión de Realidades
ambivalentes, caóticas pero urgentes.
Soy una marea baja con Oídos y Letras; acordes y granos de café. Con Montañas y nudos, Telarañas y Tijeras. Con papeles, mentiras, Colores y Juegos.
Soy agua, soy sal, soy Brava.
II.
Prefiero café por la mañana.
Prefiero el olor a tierra mojada.
Prefiero los deseos a las promesas.
Prefiero relatos que poco comprendo.
Prefiero lo incómodo de la sinceridad.
Prefiero hacer la planchita a nadar.
Prefiero detalles sensibles.
Prefiero lo informal a una solemnidad innecesaria.
Prefiero la compañía de los perros.
Prefiero las mujeres al canon masculino.
Prefiero el libro en papel.
Prefiero reparar y dar una segunda vida antes que desechar.
Prefiero la narración a una imagen que la represente.
Prefiero los bordes.
Prefiero pensar que algo de la existencia tiene algún sentido.
III.
Mi habla es argentina, tucumana, norteña. No es castellana ni española, es latinoamericana. Es mezcolanza con la rioplatense.
Es inventora de nuevos significados y usos, es olvidadiza con las eses, constructora de verbos compuestos, aspiradora de haches y expiradora de erres. Es rítmica con una cadencia de estiramiento - como si al hablar se estaría siguiendo el recorrido de los valles que nos envuelven-. Es graciosa para quienes no la tienen, reconocible al instante para quienes la compartimos y estamos fuera de nuestro lugar. Es del interior, de montañas y alfeñiques.
Mi lengua mía es directa. A veces dice más de lo que debería, es entrometida. ¿Verborrágica? Es exigente y acelerada. Es grave y potente, tanto tanto que esconde la timidez innata. Desobedece.
Se planta. Está de un lado de la vereda, hastiada. Es ambiciosa aunque popular y poco poética. Es inclusiva, diversa y perversa si lo necesita. Es cuidadosa para evitar discriminar, nunca gorra.
Le gusta profundizar y repregunta. Es amplia y limitada. Polifónica. Conjetura escenarios posibles. Parafrasea si la memoria acompaña. Se divierte imitando tonadas, es propia y ajena. Se calla y se transforma. Y resurge, inacabada y entusiasta.
IV.
No me olvido de esa tarde calurosa, de la tía Zulema, de ser una niña charlatana.
La casa era de ventanas abiertas pero hermética, en el centro del pueblo pero sin visitas, donde jugar en la calle no era una opción. Por eso esa tarde al regresar de la escuela, yo estaba en
el living de esa casa correteando con mis muñecas hasta que tocaron la puerta. Había timbre, pero fueron golpes de mano los que me interrumpieron.
Salté al sillón para correr la cortina al grito de “mi mamá no me deja abrir la puerta".
Un señor alto y serio observaba para adentro y repetí mirándolo a los ojos que mi mamá no me deja abrir la puerta cuando estoy sola, que tampoco me deja que le corte el pelo a mis muñecas ni que pinte las paredes con los crayones porque puede venir el viejo de la bolsa a llevarme. Y
que el viejo de la bolsa también puede venir a llevarme si me meto en las conversaciones de grandes o si no me lavo los dientes ni las manos. A punto de contarle sobre que quien no
convida tiene un sapo en la barriga, se dio la vuelta sin decir nada, se subió a un auto y se fue.
Eufemismo del viejo de la bolsa que buscaba a mi tía Zulema en 1976.
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